jueves, 14 de mayo de 2015

¿Qué significa “me sacaron de contexto”?

Seguramente todos hemos escuchado, más de una vez, a políticos, ejecutivos,  artistas y deportistas, entre otros, quejándose de que fueron sacados de contexto en una entrevista.  

En general eso ocurre cuando alguna de sus frases, extraída de la charla, tiene un sentido diferente (casi siempre negativo) del que ellos le quisieron dar y del tono con el que fue dicho durante la charla en cuestión.

Si bien en muchos casos esto se realiza con el objetivo de hacer quedar mal o instalar cierta idea específica sobre la opinión del entrevistado, esta queja desnuda el desconocimiento de una de las esencias del periodismo, que es justamente la edición, el recorte de la realidad.

Recorte y enojo

Si las notas que se publican en los medios reprodujeran las charlas completas que mantuvieron los periodistas con sus entrevistados, los diarios tendrían el triple de páginas y serían por demás aburridos.

A través de la edición los periodistas acortan, dan sentido, resaltan los temas de mayor interés y le buscan un perfil y un tono a las entrevistas. O sea, las hacen digeribles y atractivas para los lectores, espectadores u oyentes, según el caso.

Es por eso que rara vez un entrevistado pueda sentir que la versión final de una entrevista respeta lo dicho por él. Quizás en la charla se tocaron cinco o seis temas y en la versión final las preguntas publicadas giran en torno de uno o dos de ellos.

También, internándonos en algún tema específico, el entrevistado puede sentir que, de todas su opiniones, se les dio valor a algunas y otras se borraron. Ese es el poder del periodismo y eso está dentro de las reglas del juego.

Qué hacer entonces

Esta realidad no indica que no se pueda hacer nada y que uno se enfrente a una entrevista entregado a que el periodista haga lo que se le dé la gana con las palabras. Todo lo contrario: lo que se debe hacer es preparar bien la entrevista para que incluso el recorte subjetivo pueda incluir los mensajes que se quieren dar.

Lógicamente primero se debe tener claro lo que se quiere decir. O sea, saber para qué estamos dando la entrevista y ver lo que se pretende transmitir a través de ella.

Teniendo eso claro, se debe avanzar sobre los mensajes que se quieren dar, para poder repetirlos y resaltarlos en la charla con el periodista, y que no queden perdidos en la maraña de temas que una entrevista puede tocar.

También se debe tener claro lo que no se quiere decir, los temas que posiblemente generarán conflicto o respuestas incómodas, y también preparar esas respuestas. En ese sentido, tener claro que no se debe decir nada que no se quiera luego ver publicado.

También existen técnicas más puntuales, como usar frases simples, ir al grano con las respuestas, y otras tantas más, que ayudan a que el mensaje que se quiere transmitir llegue a destino (por más subjetividad que utilice el periodista posteriormente en la edición).      

Todo esto no asegura el éxito pero se acerca bastante y, más que nada, permite evitar la molestia de haber sido sacado de contexto. Igualmente, en este punto se debe tener claro que la prensa no es publicidad: los beneficios de salir en los medios pueden ser muy grandes, pero también se deben asumir (aunque sea limitándolos) los riesgos.   

Más información y consultas en: www.ezequielfejler.com.ar