viernes, 17 de febrero de 2017

Aciertos y errores de los medios durante el kirchnerismo

En este caso, no me voy a referir a recomendaciones ni temas a tener en cuenta a la hora de hacer prensa. Sí a los medios, principales depositarios de los temas de prensa, a partir del libro Pensar el periodismo, de Sebastián Lacunza, ex director de Buenos Aires Herald. 

Más allá de una buena descripción y análisis del mercado, desafíos digitales, alcances y dificultades de la prensa gráfica, el libro cierra con entrevistas a los principales editores y directores de diarios nacionales.

Es así que nos podemos encontrar con amplias charlas con Hugo Alconada Mon y Carlos Guyot (La Nación), Julio Blanck y Facundo Landívar (Clarín), Gustavo Cirelli (Tiempo Argentino), Luis Bruchstein (Página 12), Jorge Fonteveccia (Perfil) María Seoane (ex directora de Radio Nacional) y Jorge Sigal (Secretaría de Medios Públicos), entre otros.   

Para empezar, la elección de los nombres, y sus respectivos medios, implica una amplitud de criterios que no suele considerarse en otros corpus de análisis. Gente que piensa tan diferente, como por ejemplo Blanck y Bruchstein, son consultados y con preguntas puntuales adecuadas al medio de cada uno.  

Lo otro que llama la atención, positivamente, son las preguntas incómodas que se le hace a cada uno. A Clarín: por qué se apartó del oficio para defender una corporación (con más sutileza, obvio), a Página 12 (por qué dejó de denunciar corrupción), a La Nación (cómo conviven periodistas progres con un diario tan conservador).

Romper la burbuja

Las redes sociales, los amigos, los grupos de pertenencia suelen producir un efecto cápsula, burbuja, mediante el cual uno se relaciona con gente que piensa parecido y entonces en lugar de debatir no hacemos más que confirmar y afianzar nuestras creencias.

En los últimos años, cenar con gente que pensara a favor o en contra del gobierno kirchnerista, era asistir a un montón de certezas (era una lista enorme) que confirmaba o que eran revolucionarios en pos de la liberación nacional o una banda de asociación ilícita que solo quería robar.

Siempre me pregunté cómo alguien podía pensar que un Gobierno podía hacer todo bien o todo mal. Hasta el peor presidente puede acertar en algunas de les decisiones o planes de gobierno. Por eso, entre otras cosas, nunca me gustó ese efecto cápsula, donde se veía todo negro o todo color de rosas.

Justamente, el libro de Lacunza permite pensar los matices, ver los errores, preguntarse por ellos. Admitir los aciertos y cuestionar los excesos, tanto al gobierno como a la oposición, que en los últimos años muchas veces ejercieron más los medios que los políticos.

Es cierto que algunos de los entrevistados no hicieron demasiada mea culpa. A lo sumo, admiten que se podría repensar alguna decisión hoy, aunque en aquel momento era inadmisible. Desde Clarín, especialmente, se dice que era una guerra, que los querían  borrar y que habían tocado a compañeros de la redacción, lo que generaba esa respuesta en bloque y corporativa.

Desde los medios que fueron oficialistas, léase Página y -en el extremo- Tiempo Argentino, se repite como un mantra que en algunos temas (muy pequeños, de poca visibilidad) sí fueron críticos, aunque cuesta recordar algún título que no fuera como mínimo un guiño al gobierno de Néstor o Cristina.

La ley de medios, como bisagra

La ley de medios, ese gran tema que cruzó a los medios y la realidad en los últimos años, es otro de los temas tratados. En Clarín defienden que su único fin era destruirlos, aunque admiten que podría haber sido una buena ley tomando en cuenta otros puntos.

El periodismo fue muy cuestionado en los últimos años, y de repente se convirtió en tema de conversación de cualquier argentino. Eso, tal vez, haya sido lo único positivo de esa situación. Porque, en el debe, aparece una pérdida de los contornos, donde cada escriba más que hablar de lo que veía se dedicaba a defender una idea, encontrando en eso que llamamos realidad, algún fundamento para hacerlo.

Era necesario hacer un análisis de qué pasó. Un mea culpa. Todavía está pendiente el fondo, pero este libro permite acercarse a ver qué hizo cada uno. Y preguntarle, ¿por qué? ¿Lo harías diferente hoy?