Entre otros desafíos, el trabajo de asesor de
prensa tiene uno fundamental en la relación con periodistas y medios: estar
presente sin ser pesado. ¿A qué nos referimos? A que no se nos pasen
oportunidades por falta de seguimiento pero que, al mismo tiempo, por dicho
seguimiento no nos convirtamos en una pesadilla para el periodista.
A diferencia de otros temas tratados en este
blog, para esto no hay una respuesta única, y tampoco una que sea del todo
clara. Lo que sí hay, en todo caso, es experiencia y las recomendaciones que la
misma nos puede dar.
Primero, el contexto: los periodistas, en
especial los de medios nacionales de gran tirada, reciben una gran cantidad de
mails y temas propuestos por día para sus espacios editoriales. Eso significa
que la atención que le pueden prestar a cada una de las propuestas es poca y a
veces nula.
En este punto, a veces no alcanza con mandar un
mail. El llamado telefónico o el contacto por Whatsapp puede ser lo que le
permita realmente ver el tema y tomarlo en cuenta o desecharlo.
Pero, como dijimos, esto no es algo matemático.
Si el llamado telefónico o el Whatsapp se reitera día a día, pasaremos a ser lo
que llamamos antes como “una pesadilla”.
Tiempos y contactos
Lo cierto es que los periodistas no están todos
los días en su escritorio esperando nuestros llamados. Muchas veces están
haciendo notas en otros lugares o de viaje para cubrir algún tema relevante.
Por eso, lo primero que debemos señalar es que
no resulta tan sencillo encontrarlos para ver si han visto el tema que les
hemos pasado. El poder encontrarlos ya requiere, normalmente, algún tiempo.
También está la opción del celular, pero aquí depende del vínculo que tengamos
con el periodista y de su personalidad: a algunos no les gusta que se los llame
por temas que no son de gran relevancia.
Si es que se ubicó al periodista, finalmente,
habrá que esperar unos días para volver a llamar. Si bien aquí no hay una regla
indiscutible, digamos que una semana entre llamado y llamado (salvo que nos
haya dicho que no lo llamemos) resulta un tiempo prudencial.
Un llamado a la semana no es algo que,
imaginamos, pueda molestar demasiado, y al mismo tiempo nos permite que el
periodista tenga presente el tema por el cual lo estamos llamando.
Irse para un lado
Lo peor que puede pasar en el trabajo de prensa
es que el tema no haya salido porque el periodista no se enteró del mismo. Por
eso, el método y la persistencia en el envío y chequeo de la recepción del
material es fundamental.
Pero, como dijimos antes, si llamamos al
periodista todos los días es probable que a la tercera vez no nos quiera
atender más. Y, en ese punto, debemos recordar que, más allá del tema en
cuestión, deberemos comunicarnos con él más adelante por otros temas, así que
nunca hay que quemar la relación.
Lógicamente, estamos hablando de seres humanos.
A veces los periodistas tuvieron un mal día o están cerrando una nota, y
nuestro llamado es como un aguijón que los hace reaccionar mal. Eso puede
pasar, aunque por suerte no es lo más común.