En este caso, no me voy a referir a
recomendaciones ni temas a tener en cuenta a la hora de hacer prensa. Sí a los
medios, principales depositarios de los temas de prensa, a partir del libro Pensar
el periodismo, de Sebastián Lacunza, ex director de Buenos Aires Herald.
Más allá de una buena descripción y análisis
del mercado, desafíos digitales, alcances y dificultades de la prensa gráfica,
el libro cierra con entrevistas a los principales editores y directores de
diarios nacionales.
Es así que nos podemos encontrar con amplias
charlas con Hugo Alconada Mon y Carlos Guyot (La Nación), Julio Blanck y Facundo
Landívar (Clarín), Gustavo Cirelli (Tiempo Argentino), Luis Bruchstein (Página
12), Jorge Fonteveccia (Perfil) María Seoane (ex directora de Radio Nacional) y
Jorge Sigal (Secretaría de Medios Públicos), entre otros.
Para empezar, la elección de los nombres, y sus
respectivos medios, implica una amplitud de criterios que no suele considerarse
en otros corpus de análisis. Gente que piensa tan diferente, como por ejemplo
Blanck y Bruchstein, son consultados y con preguntas puntuales adecuadas al
medio de cada uno.
Lo otro que llama la atención, positivamente,
son las preguntas incómodas que se le hace a cada uno. A Clarín: por qué se
apartó del oficio para defender una corporación (con más sutileza, obvio), a
Página 12 (por qué dejó de denunciar corrupción), a La Nación (cómo conviven
periodistas progres con un diario tan conservador).
Romper la burbuja
Las redes sociales, los amigos, los grupos de
pertenencia suelen producir un efecto cápsula, burbuja, mediante el cual uno se
relaciona con gente que piensa parecido y entonces en lugar de debatir no
hacemos más que confirmar y afianzar nuestras creencias.
En los últimos años, cenar con gente que
pensara a favor o en contra del gobierno kirchnerista, era asistir a un montón
de certezas (era una lista enorme) que confirmaba o que eran revolucionarios en
pos de la liberación nacional o una banda de asociación ilícita que solo quería
robar.
Siempre me pregunté cómo alguien podía pensar
que un Gobierno podía hacer todo bien o todo mal. Hasta el peor presidente
puede acertar en algunas de les decisiones o planes de gobierno. Por eso, entre
otras cosas, nunca me gustó ese efecto cápsula, donde se veía todo negro o todo
color de rosas.
Justamente, el libro de Lacunza permite pensar
los matices, ver los errores, preguntarse por ellos. Admitir los aciertos y
cuestionar los excesos, tanto al gobierno como a la oposición, que en los
últimos años muchas veces ejercieron más los medios que los políticos.
Es cierto que algunos de los entrevistados no
hicieron demasiada mea culpa. A lo sumo, admiten que se podría repensar alguna
decisión hoy, aunque en aquel momento era inadmisible. Desde Clarín,
especialmente, se dice que era una guerra, que los querían borrar y que habían tocado a compañeros de la
redacción, lo que generaba esa respuesta en bloque y corporativa.
Desde los medios que fueron oficialistas, léase
Página y -en el extremo- Tiempo Argentino, se repite como un mantra que en algunos
temas (muy pequeños, de poca visibilidad) sí fueron críticos, aunque cuesta
recordar algún título que no fuera como mínimo un guiño al gobierno de Néstor o
Cristina.
La ley de medios, como
bisagra
La ley de medios, ese gran tema que cruzó a los
medios y la realidad en los últimos años, es otro de los temas tratados. En
Clarín defienden que su único fin era destruirlos, aunque admiten que podría
haber sido una buena ley tomando en cuenta otros puntos.
El periodismo fue muy cuestionado en los últimos
años, y de repente se convirtió en tema de conversación de cualquier argentino.
Eso, tal vez, haya sido lo único positivo de esa situación. Porque, en el debe,
aparece una pérdida de los contornos, donde cada escriba más que hablar de lo
que veía se dedicaba a defender una idea, encontrando en eso que llamamos
realidad, algún fundamento para hacerlo.
Era necesario hacer un análisis de qué pasó. Un
mea culpa. Todavía está pendiente el fondo, pero este libro permite acercarse a
ver qué hizo cada uno. Y preguntarle, ¿por qué? ¿Lo harías diferente hoy?
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